El 26 de junio de 2024 no fue solo el día en que cumplí 29 años. Fue también el día más doloroso de mi vida: el día en que partió mi tío, Oscar Hernán Marín Martínez. Ese día el mundo perdió a un gran abogado, un líder, un formador incansable… y yo perdí a mi segundo padre.
Oscar no fue solo un tío. Fue mi mentor, mi consejero, mi ejemplo. Fue quien me enseñó, con firmeza y convicción, a seguir el camino de la justicia. Gracias a él encontré mi vocación en la insolvencia económica de persona natural no comerciante. Me regañaba cuando lo necesitaba, me gritaba cuando quería despertarme, pero siempre desde el amor más puro, desde ese compromiso que tenía con mi crecimiento personal y profesional.
Con la misma pasión con la que fundó la Fundación Liborio Mejía, lideró mi vida. Me mostró lo que significa servir, luchar por la equidad, y construir una sociedad más justa. Desde su formación como abogado en la Universidad Simón Bolívar, hasta sus especializaciones en derecho marítimo, comercial y responsabilidad civil, su vida fue una entrega constante al conocimiento, a la docencia, a la conciliación y a la paz.
Oscar dejó una huella en Colombia. Fue presidente de la Fundación Liborio Mejía a nivel nacional, y gracias a su liderazgo, miles de personas encontraron esperanza en medio de sus crisis económicas. Pero su mayor legado, al menos para mí, fue enseñarme que detrás de cada proceso hay una vida, una historia, una dignidad que merece ser restaurada.
Muchos le deben lo que son. Yo, particularmente, le debo todo. Porque sin su visión, sin su apoyo, sin sus palabras (y hasta sus silencios), jamás hubiera llegado a ser la profesional que hoy acompaña con amor y respeto a quienes atraviesan momentos difíciles. Él me formó no solo como asesora financiera, sino como ser humano. Como mujer que defiende, guía y no se rinde.
Tío, aún no puedo aceptar que ya no estés. Tu ausencia pesa todos los días. Pero me aferro a tu voz, a tus consejos, y a ese ejemplo inquebrantable que me dejaste. Todo lo que hago, lo hago en tu nombre. Cada cliente que ayudo, cada proceso que acompaño, cada palabra que escribo, lleva tu esencia.
Este blog no es solo un homenaje. Es una promesa: voy a honrarte con cada paso, con cada logro. Porque tu legado vive en mí.
Gracias Oscar Hernán Marín Martínez, gracias por tanto, tu vida fue mi impulso.
Tu frase, mi motor: TODO ES POSIBLE y HÁGALE, USTED PUEDE.